martes, 23 de agosto de 2011

SI HUBIERA NACIDO


Maldita seas sociedad

de conveniencias y disfraces
por la cual hago a un lado
mis ideas, convicciones y moral.

Maldita tú
que me arrastras a tu cauce,
me llenas de tus hipócritas costumbres
y malsanos vicios,
 haciendo de mí
otro de tus cochinos
 e incivilizados títeres.

(1977)



Si acaso hubiera nacido con los ojos hacia el cielo,
a la vera de un arroyo, entre verdes matorrales,
fieramente protegido por una hembra con recelo,
abrigado en el refugio de sus pechos maternales.

Si acaso hubiera nacido en un parto natural,
sin quirófano ni luces ni pediatra ni enfermera,
ni palmadas en mis nalgas, menos sueros, hospital,
bisturí, gasas estériles y lavados en ponchera.

Si no hubiera conocido el chupón, el biberón,
animales de peluche, talcos de fina fragancia,
lo terso de la almohada, el mullido de un colchón,
el calor de las cobijas  y los cuentos de la infancia.

Si no tuviera mil fotos que me recuerdan pequeño,
calvo, sin dientes, inválido, con la mirada distante,
envuelto en finos ropajes, algo estúpido y risueño, 
entre serpentinas, bombas y parecidos infantes.

Si yo no hubiera crecido en guarderías y escuelas,
aprendiendo a pronunciar las palabras y oraciones,
escribiendo garabatos en relucientes esquelas,
conociendo urbanidad  y otras tantas tradiciones.

Si no me hubiera educado asimilando civismo
percibiendo sociedad, encopetando mi ego,
escudriñando en lo externo, no en el fondo de mí mismo,
enfilándome al montón, como otro simple borrego.

Si no me hubiese infectado con el sueño del poder,
encaminando mis metas hacia placer y dinero,
si la testaruda urgencia por llegarlos a tener,
no hubiese desfigurado mi proyecto y mi sendero.

Si no estuviera aferrado a las fatuas pertenencias,
ni ambicionando las cosas que no tengo y otros sí,
ni viera como el dinero da pasaporte y licencia,
y que el afán de obtenerlo legitima el frenesí.

Seguramente sería algún salvaje olvidado,
primitivo, analfabeta, miembro de exótico clan,
o variedad de mamífero aún no clasificado,
incluso podría ser un ignorado tarzán.

Todo aquello que hoy conozco lo habría desconocido,
esta ciudad, sus costumbres, sus ritos y sus modales,
civilidad, religión, abolengos, apellidos,
las leyes, los sacramentos y los pecados mortales.

De seguro no sabría de radio y televisión,
de confort, computadoras, estufas y microondas;
que existen buques, cohetes, sumergibles y el avión,
inclusive ignoraría que nuestra tierra es redonda.

Tampoco habría sabido de la química y la física,
de la magia del teléfono, y del don de la lectura,
el embrujo de los autos, los matices de la música,
las piezas de arqueología, la historia de esta cultura.

Nunca podría saber de algo llamado deporte,
ni del sexo en compraventa y las drogas por montón,
de aventureros, mafiosos, sicarios, dudosas cortes,
explotación, traficantes, profetas y religión.

Jamás sabría tampoco que el hombre llegó a la luna,
que tenemos la Internet y estaciones espaciales,
que viven seres clonados, gracias a grandes fortunas
mientras millones se mueren por carencia de hospitales.

Menos podría saber de las bombas nucleares,
tanques y aviones de guerra, portaviones, submarinos,
proyectiles dirigidos, minas antipersonales,
bazucas, rockets, granadas  y hasta robots asesinos.

No entendería jamás de secuestros y chantajes,
masacres, asesinatos, violaciones y extorsión;
fraudes, vacunas, desfalcos, exterminios y pillajes,
ataques contra indefensos, terrorismo y destrucción.

Tampoco conocería la corrupción del poder,
las ratas de cuello blanco, de maniobrar deshonesto,
la ley que cojea y cae porque se llega a vender,
los  peculados y pactos para usurpar presupuestos.

No sabría que la tierra desde siempre es de unos pocos,
que a su capricho disponen, mientras los más nada tienen,
que el capital multiplican y atesoran como locos,
pese a que en todos lugares millones de pobres penen.

Que hay una casta especial que vive de los demás
los mal llamados políticos, mañosos de la oratoria;
que deslumbran a los pueblos con programas que jamás
practican después de electos; ¡escorias entre la escoria!

Que la suerte de los pueblos manipulan a su antojo,
y viven de los impuestos que a sus paisanos condenen,
que entre tretas y tramoyas organizan el despojo,
de lo que otros con trabajo y amargo sudor obtienen.

No sabría que unos cuantos atesoran por montones,
que habitan inmensas casas y tienen tanto de sobra,
que ni siquiera disfrutan sus barcos, fincas, mansiones,
pero alivian su conciencia con limosnas a una obra.

Que mientras monopolizan, dinero, inmuebles y tierras,
los más del mundo carecen hasta de un parco bocado,
que con su poder inventan complots, querellas y guerras,
arrastrando a los incautos a escudar patria y estado.

Que a diario mueren millones sufriendo padecimientos,
por dolencias contraídas en su hábitat de desgracia,
por carencia de atención, y privación de alimentos,
mientras los “dueños” platican y aumentan la burocracia.

Tampoco que la pobreza es una especie de plaga,
pero que la mezquindad es de todas la peor,
que en su aplastante pasada cuanto rastrea se traga,
la moral y los principios, la humanidad y el honor.

También estaría ajeno a las guerras desquiciadas,
en las que se lucha a muerte por afán de posesión,
dejando al final de todo a viudas desconsoladas,
huérfanos por cantidades, ruinas y desolación.

Luchas por tierras, recursos, dinero, incluso por dioses,
en una incesante urgencia de poder y de dominio,
destrucción a toda costa y extirpación de las voces
de aquellos quienes proclaman detener el exterminio.

Gran patrimonio y poder, qué frívolas utopías,
qué aspiraciones más pobres e irreflexivas quimeras,
sabiendo que como siempre al final de nuestros días,
nada se puede llevar, porque no existen maneras.

Si hubiera nacido lejos sería un simple animal,
sin juicios ni pesadumbres, rencores ni aspiraciones;
cumpliría simplemente con mi ciclo natural,
sin moldes artificiales ni inútiles oraciones.

De acuerdo con mi linaje tendría vida sencilla
un primario transcurrir: nacer, crecer y morir;
no agacharía la testa ni hincaría mi rodilla
ni sabría en mis adentros detestar y maldecir.

Tal vez sería mejor una existencia salvaje,
entre los depredadores, ser simplemente animal,
ajeno al hombre brutal que contaminó el paisaje,
de esta tierra ahora enferma por su sandez sin igual. 

Poema en cuartetos hexadecasílabos con hemistiquios 8 -8, poli rítmico.
Rima alternada consonante ABAB… (Salvo varios plurales)       



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