Yo
no sé si al mencionarlo ocasione un desacuerdo,
si
al común de las personas les sucede normalmente,
o
si estos planteamientos no procedan de alguien cuerdo
y
esta insólita inquietud que me atropella la mente,
reafirme
sin equívocos que hoy por hoy estoy demente.
Tal
vez les parezca absurdo, irreal o incoherente
o
ninguna idea tengan de cuanto adelante digo,
aunque
también es posible que atraviesen un presente,
algo
parecido al mío, que asustado soy testigo,
del
inmenso pesimismo que cohabita conmigo.
Arribé
a la coyuntura de no ser viejo ni joven,
una
edad indefinida, difícil de comprender,
un
momento meridiano en que ni uno ni otro caben,
donde
del joven presencio el tangible atardecer
y
del viejo ya avizoro su inminente amanecer.
Un
trayecto inevitable al que me empuja la vida,
un
camino obligatorio e irremediable sendero,
carente
de algún atajo o subrepticia salida,
que
ahora debo cruzar, ya sumiso, ya altanero,
 sea ahora un inexperto o veterano viajero.
De
pronto llegó la hora sin darme cuenta siquiera,
cuando
requerí mi joven y constaté su vacío;
me
observé desubicado, viviendo de otra manera,
transitando
timorato, entristecido, sombrío,
carente
de todo empuje, determinación y brío.
Me
invadió una incertidumbre que me mantiene confuso,
temeroso
y vacilante frente a lo que se aproxima;
emprender
este trayecto que la vida me dispuso,
es
como escalar sin mapas la más empinada cima,
temiendo
ver de repente que un alud se viene encima.
Ansioso
vuelvo la vista queriendo retroceder,
pero
no hay camino atrás, está cerrada esa vía,
toca
avanzar entre sombras con la esperanza de ver,
algún
caminante más que me provea una guía,
o
cualquier mísera luz  de una incipiente bujía.
Es
un momento en que apuestas a la otrora juventud
y
con especial empeño te esfuerzas por acertar,
pero
en medio de tu lucha ,cuando enfrentas el talud,
sientes
que todo el empuje que colocas por triunfar,
es
un despilfarro inútil  y no te habrá de
alcanzar.
Te
resistes cuando ves asomar nuevos actores,
que
eran impúberes niños, hace poco, casi ayer,
en
rol de protagonistas, dispuestos e innovadores,
cargados
de la energía que tú no logras tener,
diciéndote
sin palabras que ya es tiempo de ceder.
Intentas
miles disfraces y ocultas tus nuevos males,
engañas
a los demás con  simulada energía,
pero
todas son apenas demostraciones banales,
porque
al terminar el día se acaba la fantasía,
y
pagas caro tributo por tu vana hipocresía.
Finalmente
te resignas aceptando que es inútil,
ya
el físico no es el mismo, te dices, pero optimista,
repasas
las miles cosas en las que te sientes útil,
miras
al frente resuelto cual ducho malabarista,
y
emprendes el nuevo reto con decisión de alpinista.
Pero
si ello fuese todo, bueno, al final se asiente,
la
pérdida de lo físico, si funciona la cabeza,
mas,
si ante tal emergencia, inspeccionas en tu mente
y
encuentras todo en desorden, entiendes con gran tristeza,
que son escasas tus fichas dispuestas sobre la mesa.
Te sientes desorientado, hundido, petrificado,
al ver que para el futuro no tienes un gran respaldo,
que has quemado muchos años pero es poco lo logrado,
que el mañana será incierto y hoy no cuentas con un
saldo,
de donde tomar recursos que te sirvan de resguardo.
No es dinero en lo que piensas,  aunque ahora mucho cuente,
poder contar con ahorros que te sirvan de soporte;
es distinta sensación, la de una voz en la mente,
resonándote por dentro, diciéndote que no hay norte;
y no te encuentras tú mismo, ni uno más a quien le
importe.
Es volverse y comprobar una cosecha marchita,
del arado en que invertiste todo tu tiempo pasado,
que seguro te ha dejado una enseñanza bonita,
pero a la vez sensación de mucho afán malgastado,
y un certero desengaño incrustado en el costado.
Tal vez la próxima siembra saldría mucho mejor,
buscarías  buenas
tierras y unas mejores semillas,
mas, no tienes la entereza, ni la tierra, ni el
tractor,
y hoy ninguno considera sean fuertes tus rodillas,
ni cauto invertir en quién ya ha rodado tantas millas.
La experiencia te valdrá para una que otra partida
si logras el patrocinio de algún protector o amigo;
podrás ganar unas veces mientras llega tu salida,
pero luego, finalmente, ¡escucha lo que te digo!,
te arrojarán a la calle y negarán un abrigo.
Son años muy turbulentos, colmados de frío y miedo,
de recurrentes insomnios  e irresolución profunda,
que nos hacen indefensos, así digamos ¡yo puedo!,
que truecan toda esperanza en quimera moribunda; 
nos colman de incertidumbre y consternación rotunda.
Se vuelven atrás los ojos buscando algún compañero,
a los hijos, los amigos, un patrón o algún vecino,
aquél que te brinde apoyo y tienda un brazo sincero,
para explicarte la ruta, para orientar tu camino,
quien te devuelva la fe e ilumine tu destino.
No obstante la vida dicta que es esperanza perdida,
cuanto más se acercará  quien posea igual problema,
confundido como tú,  impotente y muerto en vida,
vendrá a  murmurar
contigo y compartir tu dilema,
puesto que nunca a mas nadie le importará dicho tema.
Vale más algo que nada, dirás y estarás muy pronto,
gastando la vida a sorbos, sin ruta ni plan de vuelo,
dejando pasar los días, vegetando como un tonto,
soñando con el pasado, mirando directo al suelo,
y en pálidas añoranzas buscando fútil consuelo.
Así pasarán los días, luego meses, después años;
cada vez más solitario te irá dejando la vida,
hasta descubrirte un día rodeado por extraños,
confinado en un asilo del que no tendrás salida,
donde estarás internado mientras llega tu partida.
Entonces ya no tendrás motivos para estar vivo,
apenas verás un mundo que bronco pasa a tu lado;
y, sentado en un sillón, anciano, huraño y esquivo,
sumergido en tus arrugas, achacoso y encorvado,
te será evidente y claro que tu tiempo ha terminado. 
Rima consonante (fuera de tradición) ABABB.
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario