-VERSIÓN BAJO LUZ NEGRA-
En
el afán de encontrar
una
crucial consonancia,
con
interés me adentré 
por
todos los territorios,
del
occidente al oriente,
y
desde el norte hasta el sur.
Observando
minucioso,
-
bien alertas mis oídos -
conocí
de sus aromas,
me
sacié de sus sabores, 
y
entreví las mil facetas 
de
la desigual ciudad.
Fui
por su selecto núcleo 
de
grandiosas construcciones, 
esa
mole de concreto 
-
majestuosa estricta y fría - 
donde
pactan y regulan
la
riqueza y el poder.
Curioseé
los prohombres
-con
facultades de dioses-
que
dictan el porvenir
del
sometido rebaño.
Ideólogos
de métodos 
promotores
de doctrinas, 
signatarios
de decretos
y
fructíferos modelos.
Portaban
pulcro vestuario
vehículos
confortables,
estética
refinada
y
bártulos exclusivos. 
Moradas
de amplios espacios,
comodidad
y derroche;
innúmeras
posesiones 
y
servidumbre a placer…
Tomé
la ruta contraria,
hacia
el confín de la urbe.
Recorrí
los hervideros
de
la más brutal miseria:
los
innúmeros cuartuchos 
inseguros
y maltrechos,
levantados
 - casi hincados -
en
las empinadas cuestas.
Carencia
de agua potable,
y
prácticas sanitarias, 
con
clandestina energía
mediante
ovillos de cables.
Infantes
en abundancia 
y,
por igual, desnutridos, 
cubiertos
por los parásitos
carentes
de unos zapatos, 
y
de un lozano futuro.
Gentíos
de analfabetos,  
niñitas
embarazadas
de
un familiar incestuoso,
borrachos
empedernidos,
mujeres
avejentadas
curtidas
de esfuerzos vanos.
Golpeadas
por sus machos
o
dejadas a su suerte;
y
además con un tropel 
de
chiquillos descendientes
con
el porvenir nublado,  
que
vislumbran ya la lucha
inherente
a su existencia.
Entre
extremos tan opuestos,
más
allá de las antípodas
en
disímiles rincones,
en
disímiles senderos,
misceláneos
matices 
pude
ver aquí y allá.
Los
petulantes burgueses
flotando
en su aire de grandes,
como
unos pavos reales,
mirando
sobre su hombro;
ególatras
eruditos  
absortos
en sus conceptos, 
y
dueños del menosprecio
por
todo aquél  iletrado. 
Justicia
y autoridad 
en
manos de deshonestos;
burócratas
del gobierno
peritos
en peculados
y
negociados oscuros.
 Prestamistas insaciables
desangrando
empobrecidos.
prostitutas
de prepago
a
los pies de un narco gordo 
rebuscándose
un futuro.
Políticos
arribistas 
mercadeando
quimeras 
con
una cháchara  hueca;
mafiosos
escandalosos
cuidados
por sus sicarios;
veletas
con desvergüenza
virando
al son de los vientos.
Curanderas
clandestinas 
con
sus casas para abortos;
genios
de la vida fácil 
dedicados
a la trampa;
jornaleros
fatigados 
de
mirar su suerte negra;
ochentones
sin mañanas 
a
la espera de una tumba;
rezanderas
con sus rezos,
siempre
prestas a su iglesia.
Huraños
entre sus muros
amargos
y ensimismados;
muchachos
en caravana
gritando
contra el gobierno;
y
muchos sin vocación 
siguiendo
igual al montón.
Humildes
tocando puertas 
con
ansias agonizantes;
quienes
ajustan sus vidas
para
lograr lo que puedan;
y
aquellos que se limitan 
a
lamentarse y llorar...
Filósofos
embebidos 
en
abismales dilemas, 
poetas
que no componen,
autores
sin un lector…
Profesionales
con taxi,
doctores
fuera de acción,
damnificados
de guerra,
y
viudas tras un amor. 
Sicólogos
con sicólogo, 
cretinos
usando un dial.
Durmientes
del duro asfalto,
chiquillos
que piden sobras,
gamines
con su "sacol"…
Profetas,
clarividentes, 
variados
locos de atar; 
erráticos
drogadictos, 
atracadores,
matones;
rameras
ya en el declive,
ladrones
de baratijas,
pastores
de religiones, 
buscones
del reciclaje,
acróbatas
de semáforo,
mendigos
de profesión;
menesterosos
errantes, 
y
tantos más prototipos
que
ocupan esta ciudad…
Es
muy complejo encontrar
un
punto de convergencia
y
ver cualquier colectivo 
en
esta pluralidad.
Quizás
hablar de ciudad 
es
tan insulso y trivial   
como
será enumerar 
-
cual inventario turístico -
los
rascacielos emblema,
monumentales
lugares,
mercados
a visitar
gastronomía
habitual,
el
clima que predomina
la
tasa de su moneda
y
cada ley a acatar.
¿Y
más allá de lo dicho?
Nada
parece aclarar
que
creen sus habitantes
y
los podrá conjuntar
¿En
dónde están los cimientos
de
su tejido social?...
Es
un asunto improbable, 
dilucidar
coincidencias,
y
algún patrón que unifique
las
devociones y sueños.
A
más de bandera e himno
-
iconos del sentimiento-
de
un político mesiánico
que
engatusa mayorías,
de
un elenco futbolero
que
congrega multitudes,
de
las ganas de dinero
perturbando
las cabezas...
¿
dónde o cómo se generan
convergencias
que unifiquen?
Tal
parece, no hay ciudad 
sino
múltiples ciudades 
empotradas
en espacios
de
un terreno que es común;
mas
por todo diferentes
como
son sus pobladores.
En
esta inmensa colmena, 
irregular
y grotesca,
de
heterogénea estructura,
y
desigual por demás,
no
priman los objetivos, 
ni
se conjuntan esfuerzos, 
no
existe la disciplina,
ni
un orden, ni afinidad.
Cada
minúsculo grupo,
-
incluso aquél personal -
pelea
por su ración.
Algunos
cuantos poseen 
descomunal
abundancia
que
multiplican sin pausa 
con
tácticas soterradas.
En
tanto, en polos opuestos, 
las
mayorías rebuscan
cualquier
pequeño bocado 
que
menosprecia el que tiene.
En
la "pujante" ciudad
-
fortín de asfalto y concreto,
que
llega por sus contornos
hasta
la tabla y el zinc -
cada
quien sigue su ruta
y
vive "su territorio".
El
habitual ciudadano 
esta
ciudad interpreta
como
el hogar en que habita, 
el
callejón de su cuadra, 
el
sitio donde consume,  
el
coliseo al que asiste,
los
sitios donde frecuenta, 
el
parque de su  descanso,
la
ruta de su transporte,
la
fuente de su trabajo
y
los amigos que tiene...
Cada
quien la siente y vive
desde
 donde esté parado,
desde
donde la contemple,
y
la goce o la padezca.
Pero,
todo lo demás...
es
apenas algo exógeno
un
cercano muy lejano,
un
oculto mundo ajeno.
Resta
apenas afirmar 
que
perduran pocas cosas
cobijando
por igual
a
los unos y los otros:
cielo
igual y mismo sol, 
misma
noche y luna igual;
y
un mordaz reloj de vida  
agotándose
hora a hora.
¡por
lo menos por ahora!
Poema poli rítmico en octosílabos
Versos libres.
 
 
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