Los
viejos no son los mismos de tiempos atrás vividos,
es
hoy su andar paulatino, inseguro, tembloroso,
tienen
los ojos marchitos y su mirar nebuloso, 
llevan
la espalda encorvada y van sus hombros caídos.
Sus
finísimos cabellos son hebras color ceniza,
las
arrugas les invaden, sus mejillas descendieron,
poseen
extrañas manchas que jamás antes tuvieron,
tienen
sus labios resecos y la sonrisa postiza.  
Cambió
el tenor de su voz, su piel perdió la tersura,
los
dolores les acechan, no escuchan ya sus oídos,
la
actividad les fatiga, se advierten desfallecidos,
y
habitan con el insomnio al llegar la noche oscura.
Sus
días son siempre iguales, en su espacio no hay futuro,
despiertan
muy de mañana, anticipado la aurora,
pero
su mundo transcurre, sin los afanes de otrora,
ensimismados,
lejanos, ajenos a todo apuro.
¿En
qué pensarán los viejos?, ¿quién ocupará sus mentes?
¿habrán
logrado sus metas?, ¿cuáles serán hoy sus sueños?, 
¿de
dónde obtienen sus fuerzas?,¿ de dónde sacan empeños?, 
¿qué
esperan para mañana?, ¿qué vislumbran, como ausentes?
Dios
tal vez les acompaña, dándoles fuerza y valor,
llenando
todos sus días de paciencia y fortaleza,
coronando
sus cabezas con ese halo de nobleza,
brindándoles
paz interna, moderación y candor.
Ojalá
que en símil hora, cuando en viejo me convierta,
sepa
hallar tantas virtudes que hasta ahora no poseo,
que
el Dios Padre en su bondad acoja igual a este “ateo”, 
y me vea igual que a ellos cuando me acerque a su puerta.
Esto
imploro porque ahora, aún sabiendo que puedo,
-
que tengo sueños en mente y el vigor para luchar-
a
veces duda mi alma, me seduce desertar,
y
oscilo en la encrucijada de si me voy o me quedo.
Mas
logro reaccionar cuando contemplo a los viejos,
que
en su postrera carrera continúan sin desmayos,
aferrados
a la vida, lleguen truenos, lleguen rayos,
aunque
sus días triunfales hace años se fueron lejos.
Poema poli rítmico en cuartetos hexadecasílabos con hemistiquios 8- 8.
Rima abrazada consonante ABBA 
 
 
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