Un día llegó a mi
vida en tiempo de primavera,
esa hija tan
esperada, que sería la primera.
Parecía desde
entonces una muñeca rosada
y con tan cortita
vida para mí ya era adorada.
Viéndola tan
delicada, tan indefensa y pequeña,
en verdad si
parecía traída por la cigüeña.
Calientita y
protegida de repente se dormía
esa preciosa
inocente, parte de la vida mía.
Era todo mil
silencios si soñaba la princesa,
ni había mota de
polvo en su inmaculada pieza.
Admirados nos
sentábamos a protegerle los sueños
y esperar que
despertara para mirarle risueños…
Corríamos al
ritual de bañarla en la ponchera
y feliz pataleaba mi
botón de primavera.
Con agua al tibio
perfecto y un perfumado jabón,
al tiempo que le
entonaba un remedo de canción.
Con blanquísima
toalla le secábamos la piel
mientras ella
sacudía su sonoro cascabel.
Luego muy prontos
al patio y diez minutos de sol
con rigor
cronometrados, sin descuidar el control.
La nena tomaba el
sol y enseguida con presteza,
a engalanar la
pequeña de los pies a la cabeza.
Polvos de grata
fragancia, cremas en su suave piel
y un peinado en su
cabello con cintas en tono miel.
Después un lindo
vestido, escarpines en los pies
y protegida en mis
brazos, salíamos a las diez.
Miraba por todos
lados, hablando extraños enredos,
se recostaba en mi
cuello, tomándome con sus dedos.
Se aferraba a mis
cabellos sin saber abrir su mano,
yo intentaba
liberarme, mas era un esfuerzo vano.
Se soltaba y sus
manitas se agitaban al azar,
con gestos
incomprensibles que me hacían festejar.
De pronto empezaba
un llanto por algo desconocido,
¿Sería que la
apretaba o que no había comido?
La niña estaba
llorando, algo debía tener,
pobrecilla mi
pequeña, cómo poderla entender.
Consultábamos al
médico, a la abuela o a la tía,
de seguro que era
serio y no alguna tontería.
De noche nos
desvelábamos custodiando a nuestra nena,
y como no se
dormía nos causaba amarga pena.
Yo la arrullaba
cantando coplillas desentonadas,
caminando
despacito para acallar mis pisadas.
Con el tiempo se
habituó a dormir contra mi pecho,
encima de él
acostada como si fuera su lecho.
Ella quedaba
dormida y yo me quedaba quieto;
sería otra noche
en vela, guardando nuestro secreto.
Al despertase la
nena me abrazaba entre bostezos
y pronto me
compensaba con unos ruidosos besos.
Reía con alborozo y
babeaba mi cara;
dado que entonces
jugábamos a que yo la levantara...
Cuando tomábamos
fotos ella siempre estaba lista,
buscando una linda
pose y con mirada de artista.
Hacíamos
bribonadas para hacerla sonreír,
y un presto
accionar del flash, ¡se quería escabullir!.
Pronto descubrió
la nena el mundo de los cubiertos,
con cuchara en una
mano de movimientos inciertos.
Entre reguero y
pegotes se comía las compotas,
luego gelatina,
sopa; y …muchas vajillas rotas.
Comidas
balanceadas preparadas con esmero,
la mitad para su
boca, la mitad para el babero.
Le cocinaba
manjares y cambiaba sus pañales,
seguía sus
espectáculos y mímicas teatrales.
Sabía su extraño
idioma, sus gestos y sus sonrisas,
le montaba a
caballito y aguantaba sus palizas.
se dio luego a
gatear la casa de lado a lado
y yo me arrastré
lo mismo buscando un chupo extraviado.
Guardaron las
porcelanas y toda cosa pensada
pero llegaba mi
fiera de pintalabios manchada.
Perdida otra vez
la nena, ¿En dónde andaría ahora?,
hallábamos a esa
diabla desflorando la biflora.
Después empezó a
dar unos pasos inseguros,
agarrada de mi
mano o recostada a los muros;
Con las piernas
indecisas y los brazos extendidos,
dio, un paso,
luego otro... y nosotros sorprendidos.
Un traspiés, una
caída y un hematoma en la frente,
porque intentando
otro más trastabilló de repente.
En vuelos a la
canilla, agua fría y papa cruda
y a consultar al
doctor para alejar cualquier duda…
Y su primera
palabra, un día me dijo "pá"
que felicidad tan
grande, por fin decía ¡papá!
Los abuelos y
vecinos lo supieron al momento;
yo henchido de vanidad no cabía de contento.
La nena de su papá
era cual hada de cuento,
cuando quería
jugar siempre cortaba mi aliento.
Le ponían ajuar
nuevo y en el cabello moñitos,
muy pulcra y
arregladita para ver los abuelitos…
Iba con mi niña al
parque a contemplar las palomas,
a caminar entre
flores y respirar sus aromas.
Al de mi mano
soltarla, señalaba y perseguía
la paloma que
espantada rápida se escabullía.
Decidida iba tras
ella con pretensión de atraparla,
yo, detrás con su
muñeca, corría para alcanzarla.
Sonriendo la
picarona me desplegaba sus brazos,
y al cargarla me
premiaba con apretados abrazos…
Aquellos y más
recuerdos conservo de aquel pasado,
tu mirada
candorosa, tu rubio pelo trenzado.
Los bocados que
comíamos en tardes paradisiacas
el amarrar tus
zapatos y acomodar tus balacas.
Los cuentos que te
leía hasta dejarte dormida,
o cuando yo era el
bebé y me dabas la comida.
Los días de mil
preguntas y de incontables porqué,
de las historias
fantásticas que apurado te inventé.
Tú con carita y
vestido llenos de helado y ponqué,
en un tiempo que
se fue quien sabe dónde y porqué.
De igual manera se
fueron tus besos y tus abrazos,
tus secretos al
oído y mucho de nuestros lazos…
Reviví todo eso
ayer cuando entraste por mi puerta
y volvió de golpe
a mí nuestra historia casi muerta.
Tantos años han
pasado, eres hoy tan diferente,
te has convertido
en mujer, versada e independiente.
Has asumido tu
vida, has emprendido tu vuelo,
tienes ahora los
pies bien plantados sobre el suelo.
Enfrentas tus
propios retos con todos conocimientos,
ya no requieres mi
mano cuidando tus movimientos.
Entiendo que ahora
estás labrando tu propio mundo
que tu vida va a
la cima y la mía a lo profundo.
Sin embargo aún
conservo de esos tiempos el recuerdo,
aunque para
remembranzas siempre fui un tanto lerdo.
Entiendo que ya no
somos aquel padre y su muñeca,
pero ayer al
contemplarte sentí mi garganta seca.
Y cuando me diste un
beso a la hora de tu partida
me dije ahí va la
niña que antaño llenó mi vida…
Poema poli rítmico en pareados hexadecasílabos con hemistiquios 8 - 8.
Rima gemela consonante AA…
Un bello poema que despierta admiración a tu pluma porque emociona de principio a fin!!
ResponderEliminarEmocionada te abrazo.