Sin asomo de aflicción
en
silencio se marchó
y al
hacerlo me arrancó
toda traza
de ilusión.
Una vasta decepción
me
inundó en aquel momento
y un
inmenso desaliento
se hizo
dueño de mis días,
que se
hicieron -mas que frías-
escenario
del lamento.
Con los
ojos pesarosos
recorrí
de lado a lado
nuestro
cuarto desolado
donde
fuimos tan dichosos.
Hice
esfuerzos infructuosos
para
contener el llanto
y el
amargo desencanto
que
invadía mi existencia,
empujando
la conciencia
al
Abismo del quebranto.
Recogí
las tantas cosas
que
dejó desparramadas
o
quizás abandonadas
en sus
prisas impetuosas.
Sus
batolas más hermosas,
los
faldones coloridos,
sus
botines preferidos
y las
rubores, estampadas
de
azaleas encarnadas,
o de pájaros
tejidos.
Las
guardé por mil semanas
Anhelando
Como un tonto
que
llegara a mí de pronto
con su
Risa de Campanas.
La
esperaba en las mañanas
-iniciando
mis funciones
de
machetes y azadones-
y
oteando la llanada
yo
pedía su llegada
con
fervientes oraciones.
Preferí
jamás buscarla
y
pedirle que volviera,
porque
supe que ello era
vano
intento de amarrarla.
Desde
siempre quise amarla
respetando
sus anhelos
y, a su
lado, vi los cielos
mas
hermosos que existieran,
cuando
nuestras vidas eran
almas
de gemelos vuelos.
Fueron
tiempos venturosos,
de
paseos abrazados,
de
crepúsculos rosados
y de
albores luminosos.
Éramos
mozuelos briosos
que con
temeraria prisa
olvidamos
la premisa
de
vivir según la edad,
para
ver con claridad
el
terreno que se pisa.
Perseguimos
un camino
de
jolgorios y alegría,
una
loca fantasía
sin un
ápice de tino.
Y muy
pronto sobrevino
el
certero entendimiento
de que
sin un buen cimiento
la
pareja se deshace
y que
muere lo que nace
cuando
llega el descontento.
Épocas
de mucho empeño
nos
vinieron sucesivas
y sus
voces afectivas
se
volvieron de desdeño.
Enterró
del todo el sueño
que
juramos años antes
y mis
voces suplicantes
repitiéndole
mi amor,
no
encontraron receptor
sino
apenas más desplantes.
Y por
eso de seguro
se
marchó sin un reparo,
en la
búsqueda de un faro
que jamás
le fuera oscuro.
Al
pensarlo me aventuro
a
entender su proceder:
nunca
pude complacer
esas
metas prometidas
y se
fueron nuestras vidas
cuesta
abajo sin saber.
Ja
corrido el calendario
olvidé
Mi sueño necio
y una
tarde, con desprecio,
hice
fuego su vestuario.
Mas, pregunto
casi a diario:
¡si su
vida ya es ajena
el por qué
de tanta pena
asfixiándome
el aliento;
y por qué
el sentimiento
que me
acusa y me condena!
Ufff !Parece éste un poema para lectores de altos vuelos,si yo hiciera uno así de 10 estrofas y de remate décimas ... seguro se me muere la única neurona que me queda , jajajajaja,la melancolía de estas letras , me contagió!!Muy bueno. Te estrello y te abrazo.
ResponderEliminarParece que había muchas ganas de escribir. Melancólica inspiración don Jorge, veo que sigue teniendo buen pulso para el lápiz y destreza con esto de la métrica y la rima de la que yo escapo. Pero no puedo escapar a su encanto y aquí me tiene leyéndolo para sentirlo cerquita.
ResponderEliminarVa un besazo de aquellos.
sentí una necesidad de venir por tus letras, seguro en las estadísticas encuentras mi paso... Te escribo enseguida un correo , tengo algunas interrogantes.
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