Mi
propia experiencia, a partir de los Romances Medievales de Eratalia.(Ver en www.monosílabo.com)
Estando
de correría
por
las tierras del quijote,
con
el lastimero trote
que
mi caballo traía,
arribamos
a una aldea
desolada
a más de fea.
Cansado
y sin un escudo
con
que pagar una pieza,
le
acaricié la cabeza
a
mi penco, mientras mudo,
buscaba
-sin distinguir-
un
sitio donde dormir.
Con
el hambre importunando
llegué
a un parco aposento
al
que mi rucio sediento
se
dirigió galopando,
con
un instinto certero
en
pos de su abrevadero.
Allí
encontré un caballero
que
solazado lavaba
sus
botas, mientras hablaba,
-con
aires de farolero-
de
su suerte y su fortuna
en
su última pilatuna.
Gumersindo
de la Rosa
dijo
llamarse sonriente
y
mirando displicente
mi
apariencia desastrosa,
me
relató pormenores
de
sus recientes amores.
Me
refirió presumido
la
historia de una princesa,
solitaria
y muy traviesa,
por
la que fue seducido;
y
se le dio entre caricias
y
placenteras delicias.
Era
su nombre Eliodora
y
vivía confinada
en
una torre elevada
a
algo menos de una hora,
saliendo
por la pradera
y
siguiendo la ribera.
A
más de sexo, decía,
le
dio de beber un vino
y
una cena con tocino,
después
de la gran orgía
que
por osada y morbosa
resultó
maravillosa.
Después
de hacer su relato
se
despidió presuroso,
mientras
mi vientre rabioso
clamaba
por algún plato,
que
le calmara su hambruna,
más
honda que otra ninguna.
Sin
mayor vacilación,
-una
vez aquél se fuera-
me
dirigí a la pradera
buscando
la dirección,
que
sin ninguna demora
me
llevara hasta Eliodora.
Allí
llegué a los vuelos,
me
desmonté del equino
y
penetré clandestino,
presa
de tantos anhelos
que
olvidé la gentileza
de
mirar a la princesa.
Ella
desde su balcón
fuertes
gritos profería
mas
yo entonces ya subía
sin
conocer del dragón,
bicho
del que “de la Rosa”
¡no
dijo ninguna cosa!
Y
cuando corría presto
por
la subida tortuosa,
una
figura espantosa
de
terrorífico gesto
y
descomunales alas
me
encontré en las escalas.
Su
boca escupía fuego
tenía
la piel brillante...
Con
sus garras de adelante
me
agarró del cuello y luego
levantándome
del piso
me
hizo todo cuanto quiso.
Por
no entrar en nimiedades
diré
que me empelotó
y
con sevicia me asó
las
mejores cualidades
que
un honorable varón
guarda
bajo el pantalón.
Salí
de allí chamuscado
con
ardor en el fundillo,
mas
no encontré a mi potrillo
que
se largó desbocado;
y
tuve que deslizarme
hasta
el río a remojarme.
Eliodora
en su balcón
me
gritaba "ten cuidado"
que
mi padre, enojado,
ha
liberado el dragón.
!!Qué
noticia más tardía
la
que la dama decía!!
Al
parecer ese viejo
-el
padre de la Eliodora-
regresó
justo a la hora
que
salía del cortejo
De
la Rosa envanecido
por
todo lo conseguido...
En
el río me senté
cabizbajo
y denigrado;
y
entonces, desengañado,
me
dije: hasta aquí llegué,
¡¡Qué
otro se meta en la empresa
de
comerse esa princesa!!
Poema
poli rítmico en sextetos octosílabos.
Rima consonante ABBACC.
Cuidado compatriota con esos cantos de sirena que suelen entonar aquellas ¨princesas encantadas¨ solo te dejan el corazoin destrozado y el cuerpo alborotado, magnifico; un abrazo
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