lunes, 16 de diciembre de 2019

1988 (A Isabel Cristina)


Recuerdo bien aquel final de año,
la navidad llegó adelantada,
el siete, a media noche, ya escuchaba
el llanto de la nena al primer baño.
Tenía su cabello miel castaño,
los ojos bien cafés, observadores,
y las manitas blancas como flores.
Premiada con purísima belleza
y con incomparable fortaleza,
sedujo a enfermeras y doctores.

En sus primeros años fue princesa,
lucero de la casa y de su padre,
muñeca consentida de su madre
y origen del abrazo que embelesa.
El tiempo transcurrió y, ¡oh sorpresa!
la niña -en un instante- se creció
y aquel cariño idílico cesó.
Dejó de ser la bella consentida,
igual, tomó las riendas de su vida,
y un día, como pájaro, voló.

Poema en décimas endecasílabas. Acentos fijos en 6ª y 10a.
Rima consonante ABBA.ACCDDC…

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