Te fuiste aquella tarde
infortunada,
apenas a mitad de tus cincuenta,
tan lleno de sapiencia y de
energía 
que nadie imaginaba la luctuosa
sorpresa de dolor y de
amargura.
.
Te fuiste estando aún en pleno
auge,
ingenioso y despierto como
siempre,
dejando este vacío inconcebible,
en donde amargas lágrimas
recorren
los rostros de los deudos que
concurren. 
.
Te fuiste y nos quedamos
apenados,
confiando en que partiste rumbo
al cielo,
por toda tu bondad, tu limpio
estilo
y nítida nobleza de tus ojos,
que dudo ahora encuentren
sustituto.    
.
Dejaste en tus amigos y en tu
hogar 
la dulce remembranza de tu
hacer;
la mágica experiencia de
asistir
por años a tu vida y a tu
acción,
perdida tan temprano por albur.
.
Jorge Toro Salazar.
Poema en endecasílabos. Acentos fijos en 2ª, 6ª y 10ª.
Versos blancos.
 
 
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