Hay personas que no olvido,
una de ellas es mi abuela,
la mujer que fue mi escuela
años previos al colegio.
Fue un propósito asumido
con paciencia, con ternura;
y lectura y escritura,
aprendí, ¡qué privilegio!
.
Para aquella educación,  
un tablero improvisado  
y un pupitre desgastado,
mi “maestra” consiguió.
Y a partir de su tesón,
muchos números sumé,
dividí y multipliqué…
a esa edad ¡cuánto me dio!
.
Nunca olvido aquellos ojos,
tan azules y apacibles,
y las loas ostensibles
que el abuelo le decía.
Ni tampoco que él, de hinojos,
sollozó su injusta suerte,
cuando, impúdica, la muerte
nos robó su compañía…
.
Jorge Toro Salazar
Poema en octosílabos tipo italiano. Acentos
fijos en 3ª y 7ª.
Rima consonante ABBCADDC, …
 
 
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