Los niños,
la savia de la vida y el futuro,
los hombres que han de ser
quienes conduzcan
en unos cuantos años el planeta,
aquellos que tendrán entre sus
manos
la opción de destruirla o de salvarla,
de andar hacia el futuro o de
de tajo con la vida en nuestra
tierra.
Los mismos que a millares
Sepultamos,
en veces cercenados en abortos,
en casos remplazados con
mascotas
o incluso, desterrados de un
mañana
haciéndolos esclavos sin
derechos.
De niños hay que hablar
urgentemente,
mirarnos sin tapujos y aceptar
que somos una especie de
demonios,
enfermos, sin moral y
presumidos,
que vamos conduciendo a su
final
el vasto paraíso que habitamos.
Soñemos, aunque sea una utopía,
que aquellos que mañana se
hagan hombres,
los niños que subsisten a
Nosotros
a todas nuestras guerras sin
sentido,
al ritmo endemoniado que dirige
las metas monetarias y
económicas...
Soñemos que superan el presente
que logran rebasar estos
Momentos
y pueden encontrar nuevos
Caminos
en donde reverdece la esperanza
en donde se preserva y se protégé
La Tierra, el Edén donde
Habitamos
y a poco, impunemente, hemos
dañado.
Jorge Toro Salazar.
Poema en versos endecasílabos. Acentos fijos en 2ª,
6ª y 10ª.
Rima no programada.
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