Imponente,
ahí parada…
Como
efigie fascinante,
asombrosa,
inverosímil…
Pura
luz incandescente
entre
sombras baladíes,
destellando
como estrella
en
un mundo desteñido.
Señorial,
ahí parada…
Como
reina esplendorosa,
de
presencia inigualable...
Revestida
de donaire
su
mirada acrisolada,
la
sonrisa de una diosa
y
figura de un arcángel.
Tan
perfecta, ahí parada...
Al
mirarla me rendí,
por
completo embelesado...
Y
entendí que mi camino
era
nuevo y perentorio:
Perseguir
sus huellas siempre,
prodigarle
mil venturas,
adorarla
día y noche,
reflejarme
en sus pupilas
y
soñar con ser su dueño.
Poema asimétrico en octosílabos. Acentuación binaria trocaica (1ª, 3ª,5ª, 7ª)
Versos blancos.
Le pasa eso siempre a los hombres , al mirar a una mujer bella externamente se quedan anonadados , pero hay que ver también lo interno ,cuando encuentren esa dualidad de belleza ,entonces, sólo entonces deberían aventanse, jaja, lo que pasa es que las mujeres raras veces vemos la belleza externa de un hombre , cuando existe es nagancia...
ResponderEliminarLa estructura del poema muy bella , como siempre...
Te abrazo.