MI COMPAÑERA

La conocí por azar

hace muchísimos años,

aunque en aquellas etapas

casi jamás la observaba

y le negaba atención…

Luego empecé a encontrarla

más a menudo en mi vida

y sin embargo seguí

desconociéndola toda.

Con insistencia llegaba,

cada ocasión que podía;

y con sutil proceder

fue conquistando un espacio…

Y aunque el mirarla me fuera

en absoluto indistinto;

tímida, paso por paso,

fue adentrándose en mí.

Sin entender el porqué

me convencí de admitirla

y decidí recibirla

unos períodos grandes…

Y - sin mayor reticencia -

la toleraba a mi lado.

En ocasiones, rebelde,

sin escozor la dejaba,

pero después de mi falta

pronto volvía a su lado,

decepcionado y maltrecho…

Nunca me hacía un reclamo,

siempre quedaba a mi espera,

muda paciente y serena.

Con el trascurso del tiempo,

en un instante cualquiera

quise tenerla por siempre,

pues entendí su presencia

más apropiada que otras.

Tácitamente por tanto

- sin que mediara palabra -

con decisión la acogí.

Desde ese día vivimos

en singular comunión,

juntos, felices, morando

en mi vivienda y mi lecho.

En una u otra ocasión 

he traicionado esta unión

pero contrito regreso,

arrepentido, infeliz,

por la penosa experiencia…

Ella jamás se me queja,

por el contrario, me acoge,

y de seguro por eso

he terminado apegado.

Sin entenderla, ahora,

viene invitándome, seria,

a que conozca a su hermana,

quien, - sus palabras afirman -

es la mejor para mí.

Dice que aquella sería

óptima para mi estado,

pues - considera - lo nuestro

lleva muchísimo tiempo.

¡Quiere lanzarme a sus brazos

sin preguntarme si quiero!

y no comprendo el porqué

la considera mejor.

Ya conocí a su hermana

porque me mira coqueta

desde el final del pasillo;

y me contempla sonriente

y me seduce a lo lejos,

como esperando decida

encaminarme a su encuentro…

Mientras mi actual compañera

de sus ventajas me habla

sigue su hermana acechando…

¡Tan predispuesta y tan fácil

si me animara a ese paso!…

No recordaba un detalle,

mi compañera de siempre

se hace llamar soledad,

la que tenaz me persigue

la denominan la muerte.  

Poema asimétrico en versos octosílabos. Acentuación en 1ª y/o 4ª y 7ª.

Versos sin rima premeditada