domingo, 20 de enero de 2013

DE SUEGRAS Y MALEFICIOS.


Voy a contarles la historia
de un hombre de raza negra
que por mano de su suegra
casi vio su ejecutoria.
Juan llamaba y su memoria
-para fortuna completa-
me relató en forma escueta
lo sucedido en su vida
cuando su novia querida
lo presentó a la vejeta.

Nomás lo vio con su niña
determinó hacerlo a un lado
y con desdén calculado
le inició una fiera riña.
-Aquél que todo escudriña
en búsqueda de defectos
encuentra incluso en los rectos                                        
algún motivo de duda
y sin certezas desnuda
pecados que son inciertos-.

Al pobre Juan, la matrona,
le construyó un mal pasado
para dejar mal parado
su valor como persona.
Fue a tanto la  fanfarrona
que le inventó un amorío
secreto en un caserío
donde juraba tenía
una mujer que le hacía
culpable del desvarío.

El negro Juan -entre tanto-
sereno al hostigamiento
mostraba un comportamiento
que engrandecía su encanto.
Mas no resiste ni un santo
tanta patraña y sevicia
y un día ante la injusticia
que en él su suegra ejercía
sintió que su sangre hervía
y le endilgó su inmundicia.

Primero en buenos modales
y usando un tono discreto
le solicitó respeto
y relaciones normales.
Con adjetivos brutales
la señora respondió
y aparte lo amenazó
de destruirle la vida
y, para más, enseguida
le propinó un bofetón.


Se fue directo al ropero
sacó un fetiche de trapo
las ancas de un raro sapo
y de un conejo el guargüero.
Entremezcló en un caldero
cucarachas y lombrices
diez patas de codornices
y yerbas desconocidas
que al punto de estar hervidas
pasó por unos tamices.

Hizo un extraño conjuro
se dirigió al trapiche
metió por él al fetiche
y lo empapó de yoduro.
Después lo clavó en un muro
le enterró unos alfileres
y convocó los poderes
del propio diablo malvado
para darle al hechizado
un corto y atroz  futuro.

En pocos días el cliente
sintió dolor de cabeza
la más absurda tristeza
y un cansancio persistente.
Entendió que le era urgente
tomarse aquel lavativo
que un viejo y sabio nativo
le preparó, por ventura,
para agilizar la cura
de todo hechizo nocivo.

Su intento fue malogrado
por la señora de marras
que vino y puso sus garras
encima del enyerbado.
Aprovechando su estado
de indefensión absoluta
le dio una exótica fruta
que lo dejó turulato
sin gusto, vista ni olfato
y toda la cara enjuta.

Después le dio otro brebaje
que lo dejó sin aliento
le untó un extraño fermento
y lo vistió con un traje.
Y con encono salvaje
tiró su cuerpo indefenso
en un solar en descenso
repleto de sabandijas
y musarañas prolijas
que comerían al menso.

Lo rescató un embriagado
que tropezó en la barrera
de la minúscula acera
lindante del escampado.
Rodó y cayó desplomado
encima del malherido
que parecía dormido
inútil para moverse
o al menos estremecerse
ante semejante ruido.

Quedaron ambos tendidos
el borrachín y el drogado
en el suelo desolado
completamente fundidos.
Mas tarde algunos gemidos
llegaron hasta la acera
y entonces una soltera
gritó clamando una ayuda
creyéndose la conchuda
hallaba quien la quisiera.

Vinieron de los recintos
miraron impresionados
y huyeron precipitados
creyendo estaban extintos.
No obstante, por los instintos,
el borrachín vomitó
y al tiempo vociferó
atroz palabra maldita
que parecía bendita
ya que al final los salvó.

Llegaron muchos bomberos
también llegó policía
y en medio de algarabía
subieron los "pordioseros".
Entre tantos desafueros
que el borrachín pronunciaba
la solterona pujaba
por abrazarse a su cuello
así el vinagre resuello
quemara cuando eructaba.

Al fin al negro sacaron
privado y muy delicado
pero a fuerza del cuidado
en hospital lo sanaron.
Después de que lo soltaron
el negro quiso quedarse
con ganas de desquitarse
vengando tanta vileza
con idéntica aspereza
y entonces, después largarse.

Empero, el negro comenta
que antes de tomar venganza
la suegra tuvo en la panza
una infección virulenta.
Y con agonía lenta
se fue muriendo la vieja
de una dolencia compleja
que nunca obtuvo receta
que salvara a la vejeta
de su mal y de su queja.

Y cuentan los más osados
que el diablo la visitó
y que feroz la increpó
por los menjurjes usados.
Al parecer aplicados
para dañar inocentes
se volvían más potentes
en contra del fabricante
que desde ese mismo instante
sufría los incidentes.

La vieja al fin se murió
el negro volvió a la vida
dejó atrás su prometida
y aquél pueblo abandonó.
Hoy es feliz, digo yo,
-con argumentos de peso-
finalmente salió ileso
de una situación muy negra
pues sobrevivió a una suegra
y a ser de una esposa preso.


Poema poli rítmico en Décimas octosílabas.
Rima consonante ABBA.ACCDDC…    

2 comentarios:

  1. Me duele la panza de reírme Toro y que bien me viene amigo. Gracias por escribir, todavía tengo en mi recuerdo tu último poema , el de tu princesa, una maravilla poeta papá. Mis abrazos desde Uruguay con cariño. No se me actualiza tu blog en mis estadísticas que pena, pasaré más seguido.

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué súper historia! Menudo relato, tan bien hilado y con tanta peripecia... ha resultado muy divertido.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar