sábado, 3 de agosto de 2013

PECADOS CAPITALES

Infractor de las reglas me confieso,
de los siete pecados capitales
precisados por hombres clericales
como afrenta a los dogmas que profeso.
De impureza sin par disfruto obseso
y con ésta de todos los demás,
de estos crasos pecados que jamás
esperé cometer con tal agrado
y que ahora me han proporcionado
una gloria que abrazo contumaz.

La lujuria y la gula son excesos
que perpetro con gusto y con pasión,
cuando unidos vibramos de emoción
al hacer el amor como posesos.
Ambas bocas, los cuerpos y hasta huesos
refundidos en éxtasis furiosos
nos conducen a edenes perniciosos
donde solo concurren los osados
que violando los cánones dictados
se complacen con éxtasis grandiosos.

La codicia en mi caso es consecuencia
del placer que su cuerpo me regala,
de su embrujo fatal que nadie iguala
y atesoro con celo y con demencia.
Avaricio su vida y su presencia
como fuente secreta de mi gozo
y resuello encantado y vanidoso
con soberbia que admito prepotente
pues me colmo de orgullo ante la gente
cuando paso con ella, victorioso.

De la envidia, concuerdo que la siento,
de sus bragas, sostenes y vestuario,
del espejo que mira siempre a diario
de la lluvia, del sol y aún del viento.
Siento envidia del talco y del ungüento
que recorren su piel y la acompañan,
de las límpidas aguas que la bañan…
Pero siento también intensa ira
cuando un hombre suspira si la mira
o le expresa requiebros que la dañan.

La pereza me asalta a toda hora
porque quiero quedarme reclinado
para siempre en su pecho delicado
y dejar que me cuide seductora.
La molicie letal que me devora
la consiente su cálida caricia;
mas, despierta mis hambres y codicia
con su boca, su cuerpo y su pasión,
que promueven mi extrema perdición
y me impulsan a amarla sin pudicia.

......

Si los jueces nos dictan un castigo
por habernos saltado toda pauta
les exhorto a fallar de forma cauta
y le admitan purgar aquí conmigo.
Pues sin ella, señores, les predigo,
mi atrición volveríase relapso,
sufriría un fatídico colapso
y sabría mi muerte bienvenida,

puesto que ella, silente y decidida,
seguiría mi rumbo en corto lapso.


Poema en décimas endecasílabas, con acentuación fija en 3a, 6a y 10a.
Rima consonante ABBA.ACCDDC

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