Sinuoso
se desliza rumbo al piso
el
traje que pausado desanudo
y
deja al descubierto el paraíso
de
tu divino cuerpo… así, desnudo.
Mis
manos acuciosas, sin permiso,
destraban
esas tuyas, vano escudo,
y
presto, sin reservas decomiso
tu
talle celestial, firme y menudo…
Ya
nada me separa de tu vida,
ya
cuanto ambicionaba tengo mío
y
todo lo demás me vale nada.
Ahora
que has quedado a mí prendida
serás
la que me quite el viejo hastío
y
avive mi pasión hasta hoy guardada.
No
importa lo que venga en el mañana,
no
importa si mi sien se muestra cana…
¡tenerte
es el deleite que me afana!
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