Medellín,
capital de la montaña
y ciudad de la
eterna primavera,
mi terruño, mi
hogar, mi patria chica,
el edén donde
vivo y moriré.
Para ti mi
cariño y mi respeto,
mis mejores
deseos y mi amor;
bien mereces
los versos conmovidos
en las
múltiples loas que recibes.
Las montañas
lindantes, las comunas,
nuestro río,
los verdes y las flores,
embelesan los
ojos y enamoran.
Pero siempre
destaca, sobre todo,
tu cordial
acogida al visitante,
en un pueblo
que brilla por su gente.
Versos blancos.
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