No podría olvidar esa remota noche,
llovía y tú temblabas metida entre mis brazos;
corrimos a un refugio – al mundo abandonado -
y encendí una hoguera con casuales tablones. 
Descorrí de ambas prendas uno a uno sus broches
e Inclinado cercano, requerí de tus labios 
que acudieron al beso como ansiando pecados
mientras nos abrazamos para brindarnos goce. 
Explotó sin reparos la lujuria entre ambos
nuestras bocas y cuerpos uno solo se hicieron
y juntos ascendimos hasta el final del cielo. 
Nada nos importaban lluvia, truenos y rayos,
éramos un ciclón, un frenesí profano,
dos autores de orgasmos, presos de igual deseo. 
De esa cita lejana quedó un sabor a miel,
la imborrable memoria de tu cuerpo y tu tez
y una angustia incesante por no volverte a ver…
Rima asonante abba
abba cdd ccd (eee).
 
 
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