lunes, 31 de octubre de 2011

MIRANDO TU RETRATO

A solas me quedé mirando tu retrato,
mis dedos lo rozaron con ansiedad impura,
amordacé un suspiro y - para más tortura-
me embelesé en tus ojos durante inmenso rato.

Eliminé el espacio que ahora nos distancia,
pretendiendo sanar esta melancolía,
imaginé en la mente tu ardiente compañía
y así la soledad perdió toda importancia.

Advertí tu cabello refulgente y oscuro,
y lo evoqué nostálgico metido entre mi boca,
húmedo de enjugar tanta lujuria loca,
oliendo a nuestros cuerpos, ardor y sexo puro.

Bajé y toqué tu cuello, hermoso y prohibido,
en donde se cancelan equilibrio y cordura,
que invita a poseerte con salvaje locura
y deja descubierto tu ardor más escondido.

Lo besé con pasión y escuché tu respuesta,
el suspiro sensual que excita mis sentidos,
ese abrazo letal, tus cortados gemidos,
llevándome a tu cuerpo, amorosa y dispuesta.

Me introduje en tu boca, respiré de tu aliento
y sosegué mi sed en tu río de miel;
mientras tanto mis manos, recorriendo tu piel,
llameaban de fuego, deseo y sentimiento.

Te estreché contra el pecho y besando tu frente,
suspire delirante y te apreté más fuerte,
entonces excitado, anhelante, de muerte,
comencé a recorrerte, posesivo y ardiente.

Navegué las mil curvas de tu esbelta figura,
con mi boca sedienta de tu piel primorosa;
y rodando embriagado por tu cuerpo de diosa
me bebí tu humedad con intensa locura.

Exploré uno por uno, completos tus rincones,
probando tu sabor, sintiendo tu temblor,
notando la emoción confesa en tu rubor,
y en la viva erección de tus pardos pezones.

Me tomaste en tus brazos, y orientaste mi acción,
con intenso calor, con fogosa premura,  
desplegaste tu cuerpo y viví con locura,
tu fuego y tu pasión en febril posesión.

Te abrazaste a mi cuello, gimiéndome al oído,
llenando de placer totales los espacios,
yo recogí en manojo esos cabellos lacios
y te bese en el cuello, cegado, poseído.


Trabados cabalgamos en danza angelical,
girando miles veces con los vientres fundidos,
mordiéndonos la carne, nuestros dedos asidos,
ambos igual drogados en éxtasis sexual.

Tus orgasmos llegaron y te sentí dichosa,
con los ojos muy turbios, absortos, satisfechos,
la voz entrecortada, el rubor en los pechos,
tu rostro sudoroso y mirada de diosa.

Entonces, vehemente, urgiste mi momento,
reclamando en tu vientre la anhelada cimiente;
y yo, loco de amor, ávido, ahora urgente,
mi semen te entregué lleno de sentimiento.

Poema poli rítmico en cuartetos tetra decasílabos compuestos, con hemistiquios 7 – 7.
Rima consonante abrazada ABBA.        


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