Sé muy bien que no es aquella,
 pero...
Con espléndida pericia
amotina mis sentidos,
y expedita desvanece
toda mi fiera ansiedad,
con volátiles ensueños
aminora mis zozobras
y me sumerge en un pozo
de excitación infernal. 
Se me abre como una flor 
de pétalos encarnados,
y con piernas vigorosas 
me apresa contra su cuerpo;
ambas manos libertinas
navegan sobre mi pecho,
de su boca pecadora 
emergen candentes besos;
y mi alucinada mente 
olvida la sensatez.
Al poseerla enloquece
entre rítmicos espasmos,
acuciosa me conduce
hasta el fondo de su entraña,
y  me aferra delirante,
-perdida toda cordura-
entre plácidos gemidos 
que enardecen la lujuria.
En salvaje cabalgata 
abandonamos la tierra,
volando a un infinito
 más allá de lo tangible;
cualquier acto de cordura 
se escabulle de la escena
y libertos recorremos
pecaminosos senderos....
No obstante… luego… al final... 
superado todo éxtasis,
saciada toda apetencia,
cuando agotado concluye
este fantástico sueño…
Nuestros cuerpos sudorosos,
se tumban abandonados, 
jadeantes, vanos, mudos… 
Y, sin que medie palabra
un cruel vacío me llega,
un distinguirme desierto, 
rotundamente carente,  
huérfano de un sentimiento.
La sangre vuelve a su ritmo,
la existencia a su rutina
y, fiera, asoma otra vez 
toda esta melancolía,
esta soledad del alma
que perpetúa mi pena…
Porque...
Si bien tenerla es caer 
en un pozo de agua fresca,
en un lecho de algodones
y de perfumadas flores;
volar a un mágico cielo
 de recónditas estrellas, 
y perderse en ese espacio
donde radica el placer. 
Si bien poseerla es eso
 y seguramente más,
sin remedio llega a mí
un sentimiento de culpa,
y una rotunda verdad:
¡Sé muy bien que no es aquella!
Poema poli rítmico y asimétrico en
octosílabos. 
 Versos blancos. 
 
 
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