PERDER
Cierto
día la vida nos abruma
y
el ayer que auguraba resplandores
se
transforma en un mar de sinsabores
y
trastoca los sueños en espuma.
Nos
devasta el notar como se esfuma
tanto
anhelo a pesar de los sudores;
que
a pesar del empeño en las labores
al
final ese esfuerzo nada suma.
El
perder pareciera ser corriente
para
muchos ilusos cabezotas
que
llenamos de empresas nuestra mente
y
después nos graduamos en derrotas;
pues
la extraña balanza favorece
más
a aquél que de méritos carece.
¡Por
demás!, la esperanza denodada
se
renueva tenaz cada jornada
en
aquél que jamás triunfó en nada…
GANAR
Otro
día la vida nos complace
y
nos cede un fantástico jolgorio,
-de
evidente carácter transitorio
porque
siempre fenece cuanto nace-.
Y
aunque digan que atrás de aquél subyace
un
esfuerzo tenaz y perentorio,
creo
más que el azar aleatorio
impasible
conduce al desenlace.
Pues
no siempre el ganar es resultado
de
talentos prolíficos innatos;
y
al contrario, la vida me ha mostrado
las
victorias de muchos pelagatos;
pues
la extraña balanza desestima
más
a quien sus talentos no escatima.
¡Por
demás! Que se gane bien o no
es
asunto que a nadie preocupó
salvo
algún importuno como yo.
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